Ocurrió en el Hospital de Rivadavia Banda Sur, producto de la desatención del personal del lugar y de la constante discriminación a las comunidades originarias, según denunciaron familiares de la víctima.
Fabiana Paz, una joven madre de la Comunidad La Misión en Rivadavia Banda Sur, perdió la vida el último martes a las pocas horas de haber dado a luz a su hija producto de una hemorragia post parto que no fue detenida por el personal del nosocomio, según su familia y algunos médicos, debido a que son recurrentes el destrato y la desatención hacia los wichís.
La víctima tenía tres hijos y el lunes, al cumplir sus primeros 21 años de vida, comenzó el trabajo de parto con contracciones por lo que fue trasladada hacia el centro de salud ya en la madrugada del martes, donde finalmente nació su bebé en horas de la mañana. Sin embargo el cuadro empeoró y poco después del mediodía terminó falleciendo desangrada.
Ceferino Vallejos, familiar de Paz, sostuvo que levantó fiebre previo al parto y que “no la atendieron como debe ser, ella tenía frío”, aunque el personal del Hospital dejó escrito que hasta el momento del parto no había habido ninguna complicación, a pesar de que algunos trabajadores de la salud aseguraron que la contextura de la joven madre era muy pequeña para inducir al parto natural: “La bebé pesó cuatro kilogramos, esto ha sido un descuido de los médicos», relataron a Página 12 fuentes del nosocomio, y sostuvieron que «quizás se podía haber evitado esta muerte con una cesárea, pero hubo falta de decisión».
Vallejos, además, es referente de Nueva Integridad, que nuclea a diversas comunidades de la zona y que emitió un comunicado al respecto: «Fabiana no le pudo poner nombre su beba, no pudo amamantar, qué hicieron, qué le dijeron a Fabiana, o qué no hicieron los parteros, enfermeros, médicos para provocar semejante resultado”, expresaron, y señalaron que «estamos hartos, doloridos, cansados de tanta discriminación y es tal la agresión, presión y angustias que provocan estas personas inhumanas (parteros, enfermeros y médicos) que pesa y anula nuestra voluntad, y ya no tenemos fuerza para gritar las injusticias y maltratos a los que nos somete el personal, cuyo deber es cuidar la salud física y emocional de las personas de nuestra comunidad”.
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